El algaire, guardián de los pastizales


 El gato montés, junto con mustélidos como las comadrejas y los armiños que se esconden entre las piedras de los muros que separan prados y pastizales, y las aves rapaces de todo tipo, diurnas y nocturnas, son los auténticos guardianes de los pastizales, el mejor raticida.

Gato montés a la espera de que salga un topo, en un pastizal.

Animal esquivo y que se mueve mucho, son difíciles de observar en plena naturaleza, pues actúan también con frecuencia en la noche, cuando son capaces de perseguir a los lirones por los árboles a oscuras. Algunos ejemplares radiomarcados dan movimientos mucho más lejanos de lo que se pudiera esperar para un gato.

Sin embargo, a veces, cuando están concentrados escuchando los sonidos de un topillo en un pastizal o pradera, podremos verlos si guardamos la necesaria cautela. En otoño, además, hacen acopio de una mayor alimentación para almacenar grasas para el invierno, por lo que son más activos en los meses de octubre y noviembre.


Si tenemos la suerte de observarlo durante un rato, podremos fijarnos en las características físicas que lo diferencian de un gato doméstico de semejante librea, de los que hay muchos por los pueblos, teniendo en cuenta, además, que algunos de estos gatos caseros se alejan bastante de los pueblos, sobre todo de noche, llegando a veces a hibridarse.

Al gato montés, o "algaire" en asturiano, lo delata en primer lugar su cola; gruesa, poblada, acabada en tres anillos negros, sobre todo el último más destacado. Es, quizá, el rasgo que más se ve desde lejos cuando miramos un gato montés con los prismáticos. En segundo lugar, quizá, una línea negra que le va desde la nuca hasta el nacimiento de la cola, siguiendo, por decirlo así, la columna vertebral. Desde la nuca, tiene también varias bandas negras que confluyen en esa línea que le sigue por el lomo.


A veces presenta una mancha blanca en la garganta, como este gato fotografiado en los pastizales de Prada (Combarro, Cangas del Narcea) y también unos llamativos y largos bigotes blancos. La base de las patas traseras son negras.

Caza de noche, al alba, en el crepúsculo, en los árboles y en el suelo. Tiene mucha paciencia para escuchar, moviendo independientemente cada sensible oreja, el sonido que hacen los micromamíferos, tales como ratones y topillos en los prados de siega y en los pastizales. Se sienta y escucha. Se desplaza unos metros, para y se sienta, para seguir escuchando. Es, sin duda, el mejor pesticida, raticida, etc, que existe y debemos velar por su conservación, evitando colocar veneno para ratones y topillos en esos lugares.


Hace unos veinte años hubo un problema de topillos y rata-topo en los pastizales del suroccidente asturiano. Una explosión demográfica que no es rara en estas especies. Por aquel entonces, la Administración regional facilitó tanto el veneno como el material preciso para su aplicación. Pero ese veneno ahora está prohibido y son muchas las personas que lo reclaman a la Administración.

Gato montés, esperando cazar un topillo


En en verano de 2020 se habló de que se requerían 1.500 kilos de veneno por hectárea para los pastizales de Genestoso (Cangas del Narcea), en pleno Parque Natural de las Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias. Muchas son las personas propietarias de esos pastizales, también en la zona de Sierra y en el Acebo, que buscan algunas soluciones.

Ratonero común a la caza de topillos en un pastizal de la Sierra del Pando.

Si a la acción inestimable de los algaires sumamos la de los ratoneros, cernícalos, milanos, aguiluchos, cárabos y otras rapaces y pequeños carnívoros como zorros, comadrejas y armiños, un auténtico ejército está ya luchando contra esos micromamíferos de los pastizales. Hasta incluso el lobo, al que hemos visto en alguna ocasión alimentándose de estos roedores en los prados y herbazales.



La colocación de 1.500 kg. de veneno por hectárea no sólo puede suponer acabar con esos roedores, si no también con sus depredadores naturales, con lo que, a la larga y como de costumbre, el ciclo de la vida se rompe, la cadena trófica, la relación entre depredador y presa se quiebra y supondrá más problemas de plagas en un futuro cercano.

Gato montés a la espera de que salga un topo de su madriguera

Conservando el equilibrio natural en nuestros montes, protegiendo la vida del gato montés y otros aliados, estamos combatiendo esas plagas que nos dicen nuestros vecinos aquejados, sin duda, por los desperfectos y las pérdidas que suponen para ellos.


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