El lobo, un gran desconocido

Objetivo; desmitificar al lobo

    Recuerdo cuando era muy niño y bajaba en caballo con mi abuela por la Sierra del Pando (Cangas del Narcea). Ella, me imagino con el paso de las décadas, según su formación y experiencia, me iba diciendo que en la sierra había lobos, que quizá estuvieran cerca y que había que tener cuidado, pues eran peligrosos. Además, la niebla lo invadía todo, el paisaje y mi pensamiento infantil imaginando los lobos con ojos brillantes y colmillos sangrientos, me hacían pensar que realmente debían ser muy malvados los lobos.

Tras formarme desde niño y adolescente con la labor de Félix Rodríguez de la Fuente e intentar buscar lobos por las montañas de Cangas del Narcea (Asturias) en los años 80, no fue hasta 1987 cuando vi mi primer lobo, con mi amigo Mauricio Antón. 5 días de acampada nos costó poder verlos, anocheciendo y amaneciendo cada día, con tensión y emoción en el hábitat del lobo de las altas cumbres cantábricas, con el bienestar y gratitud de compartir la afición por la vida salvaje con un amigo, con un compañero de aventuras naturalistas donde palpita la vida animal en cada alto collado, en los piornales o en los abedulares que cubren la parte superior de aquellos bosques. Seguir y estudiar los rastros de los lobos es muy emocionante y deja una huella indeleble en los amantes de la naturaleza como éramos nosotros, así que, finalmente verlos fue inolvidable, muy emocionante, con la tensión de su mirada, fija en nosotros durante casi un minuto, sin atisbo alguno de esa maldad que me había dicho mi querida abuela.


Foto a mi primer lobo en 1987, hecha por Mauricio Antón

Era, en definitiva, lo que aquella generación vivió, lo que le contaron unos y otros y el hacer de un hecho anecdótico una generalidad. Tiempos en los que algunos tenían que ir con un columiecho de fiesta por la noche caminando; un artefacto tipo antorcha hecho con paja de centeno y unos nudos apretados que iba frenando el avance de la llama. Con esa luz, algunos aseguraban ver los ojos brillantes de los lobos que los seguían. Muchos de nuestros abuelos de los pueblos de montaña en Asturias lo confirman, que los lobos seguían a la gente por los senderos del monte cuando iban a caballo de un lugar a otro.


Todos sabemos que los animales, sin la capacidad de raciocinio del humano, actúan siguiendo una serie de impulsos que han ido adquiriendo durante la transmisión genética de cada especie durante miles de años. Entonces, ¿han cambiado los lobos cantábricos radicalmente su conducta en las 5 últimas décadas?, porque la gente que conozco que se ha encontrado de cerca con los lobos y yo mismo, desde mi adolescencia, hemos visto que huyen del hombre, lo evitan y lo temen. Donde están aquellos lobos que seguían a la gente... Hemos visto incluso, cómo los lobos huyen en cuanto detectan el olfato de las pisadas humanas sobre el terreno.


La prensa también hace su labor. Atrás quedaron aquellos años en los que los lobos salían como fieros personajes de cuentos y libros, incluso en las enciclopedias o en libros que circulaban por las escuelas hace más de 50 años.
Hoy, la prensa se ceba, sin duda, con el lobo, con noticias sensacionalistas y haciendo de lo anecdótico una generalidad. Noticias que tienen que ver con el miedo a encontrarse con el lobo al ir a la escuela rural los niños cuando madrugan temprano en el invierno, con gente del medio rural que dice abandonar su actividad por la presión del lobo en la cabaña ganadera y tantas noticias más que rechinan en los oídos de la cultura y la razón.


Y todo ello con el enfrentamiento de ganaderos y gentes del medio rural contra el sector conservacionista, ecologista e incluso ecoturistas, cuando el enfrentamiento tendría que ser contra la Administración y los gobiernos al objeto de que mejoren la gestión de las indemnizaciones por daños.

Desmitificar la figura del lobo no es tema baladí. En el 2020 no habría que hablar de estos temas al menos en Europa, pues la cultura tendría que haber sido ya suficiente para hablar del lobo como un animal carnívoro que actúa siguiendo unos impulsos de su conducta genética, dejándolo fuera del punto de vista antropocéntrico, del bien y del mal, si no tratándolo desde el punto de vista biológico y científico, alejado de intereses económicos, de actividades económicas en su hábitat, focalizando su problemática en que la Administración mejore su gestión y la política de indemnizaciones. No es de cabida en una sociedad como la nuestra el que algunos niños sigan pensando que los lobos son malos, que muerden a la gente intencionadamente y que son peligrosos. No son eficaces los debates y mesas redondas entre ganaderos y conservacionistas, pues cada uno, y sobre todo los primeros, proponen sin escuchar al otro, expresan sus ideas sin tener en cuenta las de los demás, sólo su punto de vista. Así, el cambio, la mejora y el llegar a acuerdos resulta tedioso y muchas veces desagradable.


Ajeno a estos tiras y aflojas de los humanos, que se insultan incluso entre ellos, los lobos siguen intentando prosperar en la Cordillera Cantábrica. Tendrán que enfrentarse a trampas, venenos, atropellos, disparos en cacerías de jabalí y de los guardas en los controles de población, para seguir sobreviviendo. A algunos, se les habrán colocado collares de radioseguimiento para mejor conocer la dinámica de sus poblaciones. Los collares arrojan datos que, a la espera de ser publicados, indican distancias kilométricas para la misma manada, sorprendentes. Por ello, no es raro que en los censos por huellas y rastros se pudiera contar la misma manada dos veces, dada la distancia que recorren algunos individuos, hasta el punto de que habría que volver a escribir los libros, en el apartado del territorio, por ejemplo.


Chema y Alicia, observando lobos en el parque natural de Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias. Invierno 2019.

Durante décadas, en el seno del GECA (Grupo Ecologista Cangués "Azor") fueron cientos de actividades de educación ambiental sobre el lobo las que llevé a cabo con mis amigos y socios por los colegios del suroccidente asturiano, con el objetivo de dar a conocer la biología del lobo. Posteriormente, ampliamos estas actividades dentro del proyecto Wolf, wild life and farmers; Proyecto de cooperación transnacional, y en las últimas dos décadas desde NATUR -Naturaleza y Turismo- dando a conocer la biología del lobo, sus problemas de conservación e invitando a las personas que así lo han querido y que fueron muchas, a intentar su observación en la naturaleza, comprendiendo mejor la verdadera cara del lobo ibérico.


Sofía estudiando cráneos, piel y otros aspectos del lobo ibérico, Sanabria.

Finalmente, como una actividad que ha sido crucial y un ejemplo real, vivo, palpitante de todo lo dicho, fue plasmar esta realidad a mi hija Sofía que con tan sólo 8 años pudo ver al lobo muy de cerca. Ella se sabía la teoría, la vida del lobo y sus problemas de conservación. Hasta reñía en el colegio con otros compañeros que decían que había que matar a los lobos porque eran "malos".

Con mi amigo Carlos Sanz y una de sus lobas

Habíamos intentado observar lobos en la Cordillera Cantábrica sin éxito, pues no siempre es fácil para un niño de 8 años amanecer con los fríos vientos y caminar largos trechos cuesta arriba para intentar avistar al lobo. Así que decidí ir a ver los lobos de mi amigo Carlos Sanz, en el Centro Félix Rodríguez de la Fuente, de Robledo de Sanabria. Para ella, fue muy gratificante conocer a Carlos Sanz y observar de cerca sus lobos, yo creo que nunca lo olvidará. Pero lo mejor vino después. Hicimos una pequeña y fácil caminata al caer la tarde para intentar ver lobos salvajes. Y, en resumen, tras un par de horas de espera, al caer la noche, pudimos ver un lobo a 20 metros, cuerpo a cuerpo. Le pedí que guardara silencio y que esperáramos a ver cómo reaccionaba el lobo, que debíamos permanecer inmóviles. El lobo nos miró como unos 20 segundos y se fue tranquilamente. La experiencia para mi fue conmovedora al poder ver un lobo tan cerca con mi hija a sabiendas que para ella sería una gran e inolvidable experiencia. Para ella, un acto trascendental, mágico, que hizo que no permita al día de hoy que nadie delante de ella diga que los lobos son malos y sanguinarios, pues pudo comprobar por ella misma todo lo que yo le había inculcado; que los lobos son curiosos pero huidizos, esquivos y que temen al hombre, y que cuando el hombre trata bien a la naturaleza y a los animales, ellos, te pueden regalar momentos como este.


Sofía buscando lobos en la Sierra de la Culebra, momentos antes de encontrarnos de frente con el lobo descrito anteriormente.

Chema Díaz durante una acampada en Somiedo (antes de su declaración como parque natural) estudiando los lobos con mi amigo Mauricio Antón.


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